viernes, enero 30, 2004

La susceptibilidad despierta en nosotros, por generación espontánea, acaso por reciprocidad, pensamientos crueles. Es la anestesia suprema para cualquier intento de conciliación.

jueves, enero 29, 2004

Inútil repetir que la percepción de la belleza se altera con los años. Pero que se contorsione violentamente justo de después de la cena, parece un signo de nuestro vertiginoso tiempo.
Lo monstruoso no sólo es anomalía y deformidad. La repetición de una forma —como la un mismo árbol en el bosque— o la sucesión indiferenciada —como la de una gota sobre un mismo punto— tienen algo de gigantesco y terrible.

jueves, enero 22, 2004

Póngase cualquier objeto —así sea una obra de arte o un trozo ordinario de excremento— detrás de un telón o custodiado y bajo llave, y los hombres se arremolinarán intrigados. Póngase el mismo objeto sobre un pedestal, e inmediatamente se verá rodeado de animosidad y desprecio.

martes, enero 20, 2004

La mano que acaricia, como las palabras que alaban, encuentran muchas veces en el otro el pretexto para simplemente masturbarse.
Es curioso constatar cómo hay una serie de libros que, tras haber pasado inadvertidos o hasta despreciados por largo tiempo, de pronto nos invitan y nos hacen guiños; nos gritan, como los frasquitos a Alicia, "léeme", o, incluso a veces "róbame".

lunes, enero 19, 2004

El mayor hechizo de un rostro bello está en que a causa del deslumbramiento no logramos apresar sus detalles.
La furia eleva y acaso justifica la locura. ¿Qué sería de la insania sino fuera exaltada y rabiosa?

miércoles, enero 14, 2004

La historia de las invasiones tiene como constante el ensañamiento con las estatuas. Como si para humillar a un pueblo hubiera que desfigurar sus piedras.
Quizá la idea del paraíso en la Tierra como un lugar por alcanzar, como un punto de fuga hacia el cual desplazarse y conquistar, no es más que resultado de añejos desequilibrios entre los pies y la cabeza.

domingo, enero 11, 2004

Los obstáculos ofrecen la ocasión de descubrir en uno mismo capacidades insospechadas, como la de reconocer hasta qué punto nuestras debilidades y limitaciones son incorregibles.
Debemos el prestigio de la nostalgia a la imperfección de los recuerdos.

jueves, enero 08, 2004

Cada tarde el tedio nos recibe con sus tibios lengüetazos, al igual que un perro viejo al que hemos alimentado y al que a veces incluso acariciamos.

miércoles, enero 07, 2004

El bostezo, a la larga, resulta mucho más soportable —por lúcido y discreto— que la alharaca de la satisfacción o el gemido del inconforme.

martes, enero 06, 2004

La diversión es el correlato mental de la baratija; muy pronto procuraremos otra y otra y otra más hasta olvidarnos de ese objeto que alguna vez perseguimos.
La timidez, más que la locuacidad y la impudicia o las ansias incontenibles de befa, es la que nos condena a la majadería.

lunes, enero 05, 2004

Observo que el gesto infantil de taparnos la cara con las manos es sustituido con el paso de los años por una sonrisa imbécil.

domingo, enero 04, 2004

De pronto te toca en suerte la parte del acreedor, le prestas dinero a alguien y por casualidad lo vuelves a encontrar tiempo después, avergonzado. Lo extraño es que tú también agachas la cara y pasas de largo, como si de algún modo estuvieras en deuda con él.
La inclinación por destruir quizá se explique por nuestra debilidad frente al estallido. El fragor de lo frágil quebrándose en miles de astillas nos deleita por lo que tiene de imprevisible y de sinfónico. ¿Qué sería de la destrucción en un mundo de sordos?
Las huellas de los pies sobre la tierra traen recuerdos sonoros.